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miércoles, 16 de enero de 2013

Paso a paso.

Sales de casa sin el móvil, comienzas una ruta sin destino y suena la música en tus oídos. Giras primero a la izquierda, luego a la derecha, a la izquierda de nuevo y sigues recto sin pararte a meditar. Te encuentras un semáforo en rojo y te detienes, levantas la cabeza y observas a los pocos viandantes que vuelven a sus casas en la oscuridad de la noche. El viento de enero roza tus mejillas y cierras los ojos, continúas caminando. La ciudad es tuya y no piensas en nada y piensas en todo a la vez, cambias de canción. Te sientes bien, hacía tiempo que no salías así con las deportivas blancas y la primera sudadera que encontraste en el armario. Sonríes porque te hace feliz la libertad de caminar por cualquier calle, descubrir sitios nuevos y ver a esa pareja que se abraza para combatir el frío. Te detienes en un escaparate y le guiñas el ojo a tu reflejo, mueves los labios al ritmo de la letra de la música y sigues hacia adelante. Reanudas tus pasos de vuelta a casa, con las mejillas sonrojadas y la felicidad en la punta de los dedos.


Esos pequeños placeres que dan la vuelta a tu mundo.